ESP
Hice estas obras un año después de nacer mi hijo pequeño.
Ese período, a pesar de la vorágine de emociones y la falta de sueño, se grabó en mi memoria como un tiempo precioso, único e irrepetible.
Algunos días eran oscuros. La privación del sueño y el cansancio extremo teñían mi percepción de la realidad, nublando la luz que emanaba de mi pequeño ser.
No dormía, no descansaba. La oscuridad se cernía sobre mí como una pesada capa, y la luz de mi hijo, aunque presente, se tamizaba por la bruma del agotamiento.
Por eso algunos lienzos son negros. Reflejan la oscuridad que a veces teñía aquellos días, la lucha contra el cansancio y la incertidumbre.
Pero la luz que emitía mi hijo estaba en el centro. Incluso en los momentos más difíciles, su presencia era un faro que guiaba mis pasos, una fuente de esperanza y amor que iluminaba mi camino.
Cuando lloraba, era oscuridad. El llanto de mi hijo era un puñal que rasgaba la quietud de la noche, una súplica que me helaba la sangre y me llenaba de angustia.
Pero incluso en la oscuridad, siempre encontraba la fuerza para levantarme y atenderlo. Su llanto era un recordatorio de su fragilidad y dependencia, y despertaba en mí un amor incondicional que me impulsaba a seguir adelante.
Estas obras son un reflejo de esa época de contrastes. De la luz y la oscuridad, del amor y la incertidumbre, del cansancio y la esperanza. Son un homenaje a la experiencia única e irrepetible de ser madre, con sus momentos gloriosos y sus desafíos cotidianos.
Cada pincelada, cada línea y cada color captura un fragmento de esa etapa tan especial en mi vida. Un tiempo que, a pesar de las dificultades, siempre atesoraré en mi corazón.
Técnica: Acrílico
Soporte: Papel
Medidas: 100x90 cm
Fecha de realización: Agosto 2017
ENG
I made these pieces a year after my little son was born.
That period, despite the whirlwind of emotions and lack of sleep, was etched in my memory as a precious, unique and unrepeatable time.
Some days were dark. Sleep deprivation and extreme tiredness colored my perception of reality, clouding the light that emanated from my little being.
I didn't sleep, I didn't rest. Darkness loomed over me like a heavy cloak, and the light of my son, though present, was dimmed by the haze of exhaustion.
That's why some canvases are black. They reflect the darkness that sometimes tinged those days, the struggle against tiredness and uncertainty.
But the light that my son emitted was at the center. Even in the most difficult moments, his presence was a beacon that guided my steps, a source of hope and love that illuminated my way.
When he cried, it was darkness. The cry of my son was a dagger that ripped through the stillness of the night, a plea that froze my blood and filled me with anguish.
But even in the darkness, I always found the strength to get up and attend to him. His crying was a reminder of his fragility and dependence, and it awakened in me an unconditional love that drove me to keep going.
These works are a reflection of that time of contrasts. Of light and darkness, of love and uncertainty, of tiredness and hope. They are a tribute to the unique and unrepeatable experience of being a mother, with its glorious moments and everyday challenges.
Each brushstroke, each line and each color captures a fragment of that special stage in my life. A time that, despite the difficulties, I will always treasure in my heart.
Technique: Acrylic
Support: Paper
Dimensions: 100x90 cm
Date of realization: August 2017